Hay ocasiones en que una madre siente que lo ha dado todo: su vida, sus esfuerzos, su salud, no pocas veces su belleza física... e incluso, su felicidad. Este ha sido su sentido de la vida: dar; su sentido de servir, a su familia y a Dios.
Ella siente que no pudo entregar más, que lo ha dado todo.
Ahora, se ve enfrentada a una situación que ella considera como extrema, que la hiere en lo más profundo de sus sentimientos, de su mente y de su alma. Se cuestiona hasta el límite, cuál pudo ser su error y por qué le ocurrió "esto" a su querida hija. Por momentos, se llega a sentir culpable, como deseando liberarla del dolor para cargarlo ella sobre sus hombros.
En verdad, no es su propio sufrimiento el que la carcome por dentro. Ése, ella sabe cómo enfrentarlo y darle un sentido positivo y constructivo. Tiene fe y experiencia suficiente para emprender esta nueva tarea. Lo que parece destruirla es algo diferente, una sensación de angustia e impotencia que inunda su interior. Siente que su hija aún es muy joven y ahora deberá enfrentar una vida para la cual no tiene preparación suficiente, ni medios para salir adelante en esta situación que ha creado por sí misma, quizás involuntariamente. Su temor parece ahogarla, porque no sabe cómo decirle que la vida continúa, que siempre es posible transformar el sufrimiento y el dolor en felicidad, que es humano cometer errores. Y que por ello, nuestro Padre común que es Dios siempre está con nosotros, para que le demos la oportunidad de ayudarnos a cambiar nuestros males, nuestros sufrimientos y nuestras aflicciones, en el bien que Él nos ofrece con amor incondicional.
A esas madres, a quienes las palabras les faltan y sus pensamientos las confunden, y a sus hijas, que viven un momento de desesperanza, espero que esta carta les sea de alguna ayuda. Y les permita alcanzar nuevamente un poco de esa paz familiar que sienten perdida, por causa de la noticia inesperada y anticipada de un embarazo adolescente. Espero que esta carta de una madre a su hija ayude a su familia a recuperar el sentido de sus vidas y a reencontrar la verdad: que todos tenemos un Padre común, quien también es único y personal; un Padre bueno, porque sabe de amor y de cuidar, y a quien podemos confiar nuestra seguridad; un Padre que, si se lo permitimos, transformará la causa de nuestros sufrimientos en mayor fortaleza, y en el motivo principal de nuestra felicidad futura. Un Padre, que sin pedir nada a cambio, aun cuando lo hubiéramos herido, nos da el sentido de nuestra existencia, lo da todo.
Querida Hija
¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Si me respondes "bien", me preocuparé mucho más. Si me respondes "mal", quiero que sepas que te comprendo. En nuestras vidas, todos pasamos por momentos de dificultad que parecen interminables; pero que sólo lo parecen. Hija mía, yo estoy contigo cuando tú estás y cuando no estás. Tus alegrías y preocupaciones son también las mías. No es cosa de quererlo, desearlo, o de simplemente aceptarlo; este sentimiento nace de una realidad que a ambas nos supera, a ti y a mí.
Existe un lazo que está por encima de cualquier sentimiento y circunstancia, y que nos une sin permitir que nuestras vidas sean plenamente independientes, pero tampoco plenamente dependientes. Es un lazo que nos ata en silencio, suavemente, como si no deseara interponerse en nuestras decisiones, ni en nuestras vidas personales. Pero que desea recordarnos que existe, y que nos ofrece a ambas la posibilidad permanente de apoyarnos en él, sobre todo cuando los esporádicos vientos turbulentos se presentan en nuestro existir.
Vientos que nos impulsan a dejarnos llevar por nuevos caminos, sin destino conocido. Que nos invitan a entregarnos pasivamente a los impulsos de una ventisca aparentemente sin consecuencia, pero que nos podría desviar e incluso detener, en el continuo caminar hacia el destino de nuestros verdaderos e íntimos deseos.
Es curioso, parece una contradicción: Un lazo que ata, pero que no limita; al contrario, más bien parece cuidar nuestra libertad, nuestras personas y nuestra relación. ¡Un lazo que libera!
Hoy, como madre, siento que soplan fuertes vientos, produciendo esas ráfagas de angustia e incertidumbre que arrastran a la desesperanza, con sus cambiantes direcciones, y que son capaces de confundirnos hasta el extremo de hacernos perder el sentido de la orientación, como tratando de que tú y yo olvidemos quiénes somos, y cómo somos realmente.
Ahora que tenemos presente la sensación de haber perdido algo que recordamos con nostalgia de pasado, pero que a pesar de todo lo ocurrido ese lazo invisible nos mantiene unidas en nuestros sentimientos con más fuerza que antes, quizás sea ésta una maravillosa oportunidad. Una nueva oportunidad de reforzar nuestro lazo, y de comprendernos mejor
Mi adorada hija, tu hijo no es un error.
Tu hijo es una consecuencia de tu error el que fue transformado, gracias a tu Padre, en lo que hoy es: una alegre bendición.
Tu hijo fue concebido por pasión, por afecto o quizás enamoramiento, o por confundir el verdadero amor con un sentimiento pasajero, el desamor.
Cuando obedecemos a los deseos sin escuchar la voz de nuestro interior, es como si depositáramos nuestro destino en una hoja de otoño o en las manos de una atractiva bailarina que sigue el ritmo de cambiantes vientos, sin preocuparse por la proximidad del invierno con su llanto de lluvias. Vientos que tampoco podemos controlar, ni ver, y que no siempre sabemos hacia dónde conducirán nuestras vidas.
Ése fue tu error: los motivos y sus momentos. Pero tu hijo jamás será un error. Es una nueva vida inocente, llena de esperanzas, todas ellas puestas sólo en ti.
Un hijo siempre es una bendición porque siempre se hace de a tres. Dos le regalan su cuerpo y el tercero le regala su alma.
Su cuerpo está creado a imagen y semejanza de sus dos padres, y le permitirá vivir en este maravilloso mundo para desarrollar su precioso cuerpo espiritual en el que ha recibido su alma.
Su alma fue creada a imagen y semejanza del Padre. Ella representa la razón última y principal de su existencia; la fuente creativa del amor que será capaz de entregar y de entregarte durante esa vida que recién ha iniciado.
Tu hijo fue creado así: con amor, por amor y para el amor. Tu hijo fue creado para ser feliz, para vivir en el amor, para hacernos felices y para hacerte feliz.
El hijo que llevas en tu vientre hoy conoce solamente a su Padre y a su madre, tú. Ya conoce el amor más puro: amor de madre, amor de Padre.
En este mundo, nadie mejor que una madre puede comprender el inmenso valor de la maternidad, al sentir esa íntima y preciosa relación invisible con el hijo de sus entrañas y de su Padre.
El valor de la maternidad es y será tu principal valor, porque ella siempre se manifiesta con dolor: dolor del cuerpo, dolor de la mente y dolor del corazón. Con ello demuestra su infinito valor al permitirnos, con la sola fuerza de nuestra alma, vencer al dolor humano y hacer esto por otra alma. Porque muy en tu interior sabes que el alma es de tu Padre, que la vida es de tu Padre, y que tu hijo es para tu Padre. Algo que nos cuesta comprender, y aún más, aceptar, pero que es posible lograr cuando finalmente comprendemos que nuestra vida es para la felicidad; que la felicidad está en tu amor; y que tu amor es un regalo infinito, sin tiempo ni tamaño, originado en tu querido Padre, también Padre de tu hijo, y por ello, en cierta forma, ahora también tu esposo.
Tienes entonces al más maravilloso amigo personal a quien conocerás durante toda tu existencia y quien jamás te abandonará, porque libremente ha aceptado tus sufrimientos como los suyos. Tienes a quien te ama sin condiciones aún cuando tú le abandones. Él deseó ser invisible a tus ojos para cuidar tu íntima relación de amor personal ante cualquier mirada ajena que la pudiera dañar o afectar, porque su amor por ti no depende de ti, pero tu relación de amor sí depende de ti, y desea cuidarla como el más preciado tesoro entre ustedes dos. Por eso, sólo lo puedes encontrar, sentir y escuchar en el activo silencio, en la intimidad de tu corazón. Pero puedes ver su presencia y sus acciones en muchas de las personas que te rodean, y, nosotros, en las tuyas. Él es quien siempre te escuchará y atenderá, y a quien puedes amar plenamente a través de cada una de tus acciones hacia el bien de las demás personas. Él, independientemente de tus actos, es quien más te ha amado, y siempre te amará.
Ahora que eres madre, comprenderás que la maternidad fue creada para demostrarnos que el amor siempre puede vencer al dolor y a la adversidad, transformándolo todo en felicidad.
Querida hija, la maternidad es un privilegio de mujer. Un regalo de tu Padre a la mujer. Ella es y será tu vida, te transformará y hará de ti toda una mujer.
Libertad
Hija mía, ahora comprendes mejor que antes que no es fácil el libre uso de la libertad y que jamás lo será. En el libre uso de tu libertad expresas tu voluntad, tus personales deseos; ella te permite conducir tu vida modelándola como una esforzada artista, para llegar a ser quien tú deseas ser. Pero no es fácil aceptar el precio que todos debemos pagar, cuando por causa de nuestra voluntad nos alejamos del camino que nos conduce hacia nuestra felicidad.
Porque siempre es un alto precio.
Al parecer todos tardamos en darnos cuenta de que existe un camino seguro hacia nuestra felicidad. Pareciera que frecuentemente olvidamos que la voluntad de nuestro Padre siempre fue y será nuestra felicidad y que para ello nos dio la libertad.
Siempre
Pase lo que pase, ahora o en el futuro, debes saber que nosotros tus padres siempre estaremos junto a ti. Puedes contar con nosotros porque te adoramos y jamás desearemos estar ausentes de tu vida. Somos parte tuya y tú eres la más importante parte nuestra.
A veces, y especialmente en estos momentos, es bueno que alguien te recuerde que mientras dispongamos de vida, nuevas oportunidades existirán. En ciertos momentos, cuando soplan esos vientos que complican nuestra existencia, es posible que en medio del fragor de la lucha entre los sentimientos y las pasiones nos olvidemos de lo que realmente tenemos. Sin darnos cuenta, nos sumergimos en las profundidades de la angustia, la frustración, la decepción y la desesperanza. Tanto, que actuamos olvidando que la realidad nos ofrece siempre nuevas y variadas oportunidades.
Oportunidades
El dolor y el sufrimiento nunca llega por voluntad de tu Padre. Él tan sólo permite que existan para que puedas crecer, y así, algún día llegar a ser quien tú deseas ser; íntegra y completamente tú: ¡una persona única!
De este modo, el dolor y el sufrimiento siempre son una oportunidad para crecer como persona, para volver a encontrar a tus padres, a tus familiares y amigos, para hallar el camino del amor verdadero; una oportunidad de dar mucho, de dar lo mejor de ti a los demás. Son, aunque parezca increíble, ¡una oportunidad para llegar a ser más feliz!
Esperanza
Tus padres jamás te abandonaremos. Tu Padre pone su poder siempre a tu disposición para que cambies tus males por bien. Aquí encuentras una razón más para confiar en el amor de tus tres padres.
Si has recibido amor, tienes amor dentro de ti. Entonces, ¿por qué perderse en la desesperanza? Ya que si tienes amor, entonces lo puedes dar; y si lo puedes entregar, la felicidad está al alcance de tus manos, la tienes a tu lado y también dentro de ti.
Sentido
Fuiste creada por nosotros, tus padres, para ser feliz. Pero la felicidad real se obtiene luego de un largo aprendizaje, durante el cual todos debemos superar muchos errores.
Para quien busca su felicidad, los errores jamás serán un final. Ellos pueden ser una fuente de valiosas experiencias. Y cuando decidas transformar tus errores en experiencias, los estarás convirtiendo en tus mayores fortalezas
Aunque ahora no lo puedas creer, aunque no lo veas ni lo comprendas, no hay alguien como tú, ni quien pueda ocupar tu lugar dentro de nosotros, tus padres, que bien conoces, ni de tu Padre quien te conoce aún mejor que nosotros.
Mujeres fuertes son hoy más necesarias de lo que muchos creen: mujeres que no acepten la indiferencia frente a las necesidades ajenas; mujeres que deseen servir a otros; mujeres que comprendan que si no sirven a otras personas, tampoco servirán a su Padre, y en consecuencia, ni siquiera serán capaces de servirse a sí mismas.
Servir
Servir es ser de alguna ayuda para otra persona. Si quieres lograrlo, lo primero es desearlo, y luego expresarlo en una decidida intención, con acciones. Lo que acabo de decirte es tan importante que, independientemente de si obtienes o no el resultado esperado, la ayuda siempre llega a su destino. Lo fundamental es cómo realizas tus acciones o cuánto amor pones en ellas.
Porque lo más grande que podemos dar al prójimo es nuestro amor. Su efecto invisible no está condicionado por los resultados visibles que tanto perseguimos durante nuestras vidas; objetivos que buscamos con demasiada frecuencia, incluso desatendiendo lo que ya sabíamos o sentíamos: que no duran, y que no pocas veces nos distraen de lo realmente importante para nosotros mismos.
Servir es sentir agradecimiento por todo lo que tienes y dispones hoy. Servir es tener la humildad de pedirle a tu Padre que te ayude, para que actuando juntos, los dos, como si fueran una sola persona, te permita transformar tus males en Su bien; en felicidad para otros, y de este modo, en la propia. O lo que es lo mismo: pidiéndole que en ti se cumpla Su voluntad, cuando tú estés dispuesta a entregar la tuya.
Tú tienes mucho. Mucho más de lo que puedes siquiera llegar a imaginar. El que en ocasiones no lo veas ni lo sientas, no significa que ésa sea tu realidad. Porque tu existencia no se limita a lo que tus sentidos te puedan entregar; ellos con frecuencia nos ayudan mucho, pero a veces también cometen errores.
Para comprender la real dimensión de tus posesiones, debes tratar de extender toda tu persona más lejos de lo que tus ojos te dejan ver, escuchar más allá de lo que tus oídos son capaces de percibir, y tratar de sentir con los auténticos sentimientos de tu corazón, los de tu alma, ya que los sentidos y sentimientos del cuerpo son de gran ayuda, pero están siempre reducidos a su limitada función.
Tus más valiosas posesiones son tus íntimas pertenencias, ésas que se encuentran protegidas y resguardadas por tu cuerpo, muy en tu interior, en ese lugar tan personal que llamas tu espíritu. Esas posesiones que puedes cultivar, te permiten proyectar tu existencia hacia lo más valioso en esta tierra, hacia lo que no tiene límites ni tamaño, hacia aquello que a veces nos parece visiblemente pequeño, pero que contiene un sensible valor eterno. Así, lo que por momentos nos pudo cautivar y pareció encandilarnos por su aparente valor en esta vida, descubrimos que es insignificante. Porque ellas, tus verdaderas posesiones, te permiten reconocer sin confusión lo único realmente valioso en tu vida: el amor verdadero.
El verdadero amor es tan grande que no tiene medida. Por lo tanto, su valor siempre es infinito, incluso en esos actos que tantas veces despreciamos, porque nos parecen sin importancia y casi miserables; pero si te das cuenta que en ellos existe amor, apreciarás el tamaño infinito de lo pequeño, el valor eterno de cada instante de tu vida, de cada momento en que pones tu amor.
Tú tienes mucho más de lo que te es posible llegar a imaginar: tienes a tu Padre siempre a tu lado y también dentro de ti, porque en la sana conciencia de tu alma puedes encontrar Su verdad que no te pide ni te exige nada para Él. Tu Padre no te culpa ni te reprocha nada. Únicamente te pide que le permitas amarte. Además, nos tienes a nosotros tus padres, a tu familia y a tus amistades, quienes te queremos de verdad; tienes una vida, y tanto por hacer; tienes a tu hijo, quien te quiere sólo a ti, puesto que aquí no conoce todavía a nadie más en quien confiar.
Gratitud
Gratitud es reconocer que difícilmente comprenderemos en esta vida lo mucho que tenemos. Gratitud es aceptar que difícilmente comprenderemos en esta vida que todo lo bueno lo debemos. Con frecuencia nos cuesta comprender a nuestros padres. A todos nos ha pasado igual, por eso quiero ayudarte a comprender mejor a tu Padre. Es necesario, porque tú también estás atada a Él por un lazo de amor invisible a través del cual puedes sentirlo como con sus manos permanentemente extendidas, tratando de alcanzarte para darte su amor y ayudarte a superar cualquier dificultad.
Permítele ayudarte; es Él quien te lo pide y te lo ofrece. Él conoce muy bien el peso de tu carga, y desea que le permitas cargar con tus sufrimientos, aliviar tus sentimientos y liberarte del peso que obstaculiza tu vida actual. Desea liberarte de la carga, de esos sentimientos tuyos que son ajenos al sentimiento de amor, al único que ayuda realmente, al que da la vida y te libera.
Su voluntad es que seas feliz. Él bien sabe que es necesario el largo proceso de toda una vida en una tierra donde ocurren accidentes. Él sabe que para ser feliz debes aprender a amar de verdad. Y que nadie puede amar lo que no conoce. Él sabe esperar, te da su tiempo, tu tiempo.
Amar de verdad es llegar a ser divinamente generosa. Esto es, darte por entero a los demás, partiendo por quienes tienes más cerca. Y ya sabes a quien más cerca tienes: a tu hijo. Darte por entero a los demás es el mayor acto de amor que jamás podrás realizar.
Cuando podemos empezar a dar nuestro amor sin miedos invencibles, sin restricciones egoístas ni condiciones, comenzamos a ver lo que nuestros ojos no pueden ver, a escuchar lo que nuestros oídos no pueden escuchar, a sentir lo que nunca imaginamos, porque no lo conocíamos. Entonces empezarás a ver en ti misma el reflejo de tu Padre y a notar en ti Su semejanza; a reconocer en una forma feliz y voluntaria tu condición de hija y, con ello, tu condición de hermana de todos los hijos de tu Padre. Te sentirás una mujer: activa integrante de una familia tan grande como maravillosa; de una familia sin límites ni tamaño; de una familia sin tiempo.
Que te des por entera a otro ser, ésa es la voluntad de tu Padre. Ella es para ti un valor supremo y sin medida porque te muestra el camino hacia tu verdadera casa, hacia tu verdadera familia y hacia tu verdadera felicidad. ¡Créeme! Soy tu madre.
Hija mía, todos necesitamos de ti como tú nunca podrás imaginar.
Necesitamos de tu compañía y de tu presencia.
Necesitamos de tu amor; ése que expresas tan bien en las grandes y pequeñas acciones de tantos momentos maravillosos en familia.
Necesitamos de tu comprensión y paciencia, ya que sólo tu Padre es perfecto y todos nosotros cometemos errores.
Necesitamos de tu experiencia, que es un valioso instrumento para evitar a otros algún sufrimiento, para aliviarlos con tus cariñosas palabras, o para ayudarlos a comprender mejor, a enfrentar y aceptar el dolor. Quizás, como en tantas ocasiones pasadas, también puedas ayudarnos a transformar el sufrimiento en felicidad.
Necesitamos de ti, tal como eres.
Querida hija, la vida es un camino por recorrer, para crecer y llegar a ser. Es en la superación de las naturales dificultades donde nos convertimos en la hija, la madre y la mujer que deseamos ser. En la superación de tus mayores dificultades debes ver tus grandes oportunidades.
Superando con tu esfuerzo y constancia las grandes y pequeñas dificultades, comprensibles, pero siempre ajenas a la voluntad de tus padres, te transformas en una mujer, en una persona cada vez más completa, cada vez más hermosa y más humana y, quizás, cada vez más divina. O sea, en una hija cada vez más valiosa, querida y apreciada por todos.
Hija mía, tú eres lo más valioso que tenemos.
Tu hijo es lo más valioso que tienes.
Tus hijos serán lo más valioso que tendrás.
Tú eres hija de tu Padre. Eres lo más valioso que Él tiene.
Si alguna vez sientes que los vientos inesperados de la adversidad se están llevando tus fuerzas y empiezan a invadirte los sentimientos de la incertidumbre, la soledad y la derrota, invitándote a entregarte, en una actitud pasiva y resignada... por favor, te ruego que me escuches y ¡no continúes pensando en ti misma! ¡Tú no estás sola!
Amor mío, ¡no renuncies a tu lucha! Dejaste tu hogar para ir en búsqueda de lo que creías necesitar, y ahora, quizás, necesitas volver sobre tus pasos para poderlo encontrar. Y si aún no estás convencida de mis palabras, porque no deseas tomar nuestras manos extendidas hacia ti, quizás sea la hora de negarte a ti misma, entregando lo que queda de tu vida a quien hoy te necesita angustiosamente: tu querido hijo. Él es ahora la fuente de tus nuevas fuerzas, de tu nueva vida y de tu nueva felicidad. En él está ahora la razón principal de tu existencia: Por ti, por tu hijo, por nosotros, tus padres, y por quienes te quieren de verdad, ¡lucha por ser feliz!
Sitio de referencia de esta carta:
http://www.vidahumana.org/
HOLA AKI ESTE LEYENDO ESTO,SOY UNA HIJA EN BUSCA DE ALGUNAS RESPUESTAS K KN ESTA CARTA ACABO D ENCONTRAR Y SACIO TODAS MIS INTERROGANTES Y DUDAS Y ME HIZO A LA VEZ TOMAR CONCIENCIA DE MIS ACCIONES Y A SU VEZ TOMAR UNAS DECISIONES FUERTES SOBRE MI VIDA Y ME AYUDO A ENCONTRAR LA NIÑA INTERIOR K HACE UNOS MESES PERDI DEBIDO A UNA RUPTURA AMOROSA,AHORA ME ENCUENTRO EMBARAZADA D UNA PERSONA IMPOSIBLE,TUVE RELACIONES KN MI TIO KN EL K VIVO AHORA Y KEDE EN ESTADO Y AHORA EL NO SABE K HACER ....PRIMERO EN 2 MESES LE NACE SU PRIMER BEBE KN OTRA CHICA Y AHORA SALIO ESTO Y MAS XK ES MI TIO PATERNO Y YO SUPUESTAMENTE SOY LA NIÑA D LA FAMILIA Y SI LES CONTARAMOS ESTO EL PROBLEMA K SE ARMARIA SERIA GRANDE,EN FIN NO CREO K ESTO LE INTERESE PERO ME TOME EL ATREVIMIENTO D CONTARLO XK ES UNA FORMA DE DESAOGARME PUES AKI EN ESTA CIUDAD SOY NUEVA Y NO TENGO AMIGOS Y NADIE EN KIEN CONFIAR TAN GRANDE DILEMA Y K SEA DISCRETO,ESTA CARTA NO SABE CUANTO ME HA AYUDADO Y EL GIRO K LE DIO A MI VIDA,MIL GRACIAS X ESCRIBIR ESOS MENSAJES TAN PROFUNDOS Y LLENOS D SINCERIDAD,ME DESPIDO DESEANDOLE MUCHAS BENDICIONES Y K DIOS LE SIGA ILUMINANDO PARA K SIGA ESCRIBIENDO MENSAJES Y CARTA ASI KN ESTAS,EXITOS,ATT:LILA SANGAMA,CARACAS,VENEZUELA.....
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