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CON CARIÑO PARA TI.

sábado, 21 de mayo de 2011

CARTA AMOR POR INTERNET.



¿Recuerdas? Te conocí un día en que los dos buscábamos lo mismo: una mirada nueva que nos mirase, una presencia nueva donde enredar ilusiones perdidas. Me regalaste una foto y te comenté que tenías cara de chica demasiado seria, de persona que siempre se ajustó al guión, de quien nunca se espera que falle.
Y así comenzó todo: con unos mismos deseos y una foto que yo coloqué en un rincón de mi ordenador, junto a una carpeta llena de flores virtuales. La nuestra fue una aproximación lenta, de correos casi diarios, un paso a paso sin demasiados convencimientos, un querer pero no decidir...
Muy despacio llegaron tus confesiones: un marido que había olvidado navegar en tus ojos, un cyber amor que te abandonó sin decir adiós, un hombre que te llama con frecuencia por teléfono desde muy lejos... Llegaron fotos nuevas y así descubrí que tenías un cuerpo menudo y agradable, un cálido refugio donde anidar nuevos deseos.


A veces, mientras pensaba en ti, miraba tus fotos con curiosidad. ¿Eran aquellos ojos donde yo navegaría algún día?, ¿Eran aquellos brazos los que me abrazarían?, ¿Eran los pechos tiernos que buscarían mis caricias?, ¿Eran el vientre y los muslos que acogerían mis deseos?


Así llegaron nuestras primeras citas, encuentros breves con el tiempo justo para tomar algo y tratar de asegurarnos de que éramos quienes decíamos ser. Pasaron los meses despacio, sin sobresaltos, un tiempo lento en el que íbamos construyendo un espacio para nosotros.
Un día, cuando miraba tus fotos, me di cuenta que la carpeta de flores se había abierto sola y unas cuantas se asomaban y se paseaban por la pantalla del ordenador.
Desde entonces, me las encontraba en cualquier parte en cuanto encendía el aparato. Surgían en cualquier rincón cuando trataba de leer el periódico digital, se metían en los correos que escribía a los amigos, se colaban en los programas que utilizaba en el trabajo, aparecían al abrir cualquier archivo...


Mientras trataba de hilvanar contigo conversaciones inacabadas en el Messenger, las flores de deslizaban fuera de su carpeta llenando todos los archivos abiertos, ocultaban el puntero del ratón e inundaban la ventana de conversación.
Yo te contaba cómo aumentaba mi amor y las flores se multiplicaban; te escribía cómo aumentaba mi deseo y las flores me miraban desde todos los rincones de la pantalla; te decía como suspiro por tu labios y las flores formaban una cortina de colores; escribía cuánto te echo de menos y un arco iris de flores iluminaba mis letras...


Un día, mientras trataba de escribirte pálidas líneas donde reflejar lo que te quiero, una luz intensa iluminó la habitación y me cegó por completo. El ordenador pareció cobrar vida y comenzó a escupir flores de todas las clases, flores reales, flores de todos los tamaños y colores.


Flores que se metieron en todos los muebles de la habitación, atestaron los cajones, tapizaron las paredes, cubrieron las cortinas y los visillos de las ventanas, inundaron armarios metiéndose en los bolsillos de las ropas y entre sábanas y toallas, se deslizaron por los enchufes provocando cortocircuitos, se metieron en las cañerías, se desparramaron en la cocina llenando el frigorífico y reventando el friega platos, ocultaron bajo un manto las puertas de toda la casa...


Una lluvia de pétalos de todos los colores se abatió sobre el edificio entero, cubriendo el tejado y los patios de luz, dejando un perfume intenso que podía percibirse al otro extremo de la ciudad. Cuando aquel destello de luz desapareció me encontré solo, en medio de un océano de flores que olían a ti.



Te quiero. J.
Colaboración de J.

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