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CON CARIÑO PARA TI.
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jueves, 20 de abril de 2017
CARTA DE UNA MADRE ANCIANA A SU HIJO...POR LOS CUIDADOS DEDICACIÓN Y AMOR....EN SUS AÑOS DE VEJEZ.
Hijo mío, no puedo dejar de decirte cuánto te amo desde el
día en que naciste y hasta el fin de mi vida, que se acerca;
pero tampoco puedo dejar de agradecerte por estos últimos
meses en que ya viejita como estoy, ya no he sido la madre
joven que conociste cuando niño, sino la triste anciana que
acomete su lucha final y que sólo da trabajos y preocupaciones.
Cuánta paciencia has tenido, hijo mío, y cuánta comprensión
me has demostrado: he regado la comida sobre mi ropa y las
medicinas sobre la cama; ya no he podido ponerme los zapatos
ni he atinado a vestirme; y tú, no te has enfadado.
Se ha repetido lo que hacía cuando te enseñaba a hacerlo de
pequeño; pero ahora ha sido al revés.
Últimamente, cuando he conversado contigo he repetido y
repetido las mismas historias, que tú ya las sabes de memoria
y no me has interrumpido ni te has cansado de escucharme;
como cuando te narraba un cuento tantas veces antes de
dormirte.
Cómo has soportado mi inmovilidad y el descontrol de mis
funciones; al perder el dominio sobre mi cuerpo no he podido
manejar mis incontinencias y he hecho sin voluntad mis
necesidades; y tú no te has avergonzado porque has
comprendido que no es mía la culpa ni voluntarios estos
desajustes.
No me has reprochado por mis negativas a bañarme y no me
has regañado por no querer tomar la medicina.
Seguramente me aceptas como la niñita mayor que soy ahora
y has perdonado mis caprichos y debilidades.
Has pasado por alto mi inutilidad y mi ignorancia de no
comprender los adelantos de la ciencia y la tecnología que
ya no alcanzo a entender, pero me has dado el tiempo
necesario para algo asimilarlas y no te has reído de mis
impertinencias y torpezas.
No te has enojado cuando al conversar se me ha olvidado
lo que estábamos diciendo; más bien me has ayudado a
recordarlo.
Ya me doy cuenta de cuánta atención e importancia dabas
a lo que te decía.
Con tu mano has puesto en mi boca la sopa y el pan;
aunque ya no tengo dientes ni saboreo lo que como no me
has insistido más allá de mis ganas y de mi poco apetito.
Igual que tú aprendiste, y yo ahora lo he olvidado, he
apoyado mi flaqueza y lentitud en tu brazo generoso, en tu
pecho cariñoso y me has ayudado a caminar según mis
lentos pasos.
Lejos de molestarte, te he visto llorar cuando te decía que
ya no quiero vivir; lo decía por mi estado, por las molestias
que causo, por el esfuerzo que hacías con un cuerpo pesado,
enfermo y cansado.
Has aceptado con valor y resignación el verme como estoy
aunque te has sentido más triste cada día.
He sentido tu corazón junto al mío en los momentos en que
más te he necesitado.
Yo te di la vida, yo te vi nacer; ahora, con tu amor has
prolongado la mía y me verás morir; tu camino está en su
mejor lugar y tu tiempo en el más feliz momento, mientras
los míos están por concluir.
Mi gratitud para ti, hijo mío, mi admiración por tu
paciencia.
Pronto se acabará mi cuerpo, pero mi amor siempre
estará contigo ahora, aquí, allá, siempre.
Cuida a la familia que queda, cuídate tú, que has asegurado
tu cuidado cuando te toque vivir iguales circunstancias,
porque tus hijos velarán por ti, puesto que lo que se hace en
esta vida por alguien otros lo harán por uno con mayor cariño,
y con mejor merecimiento en los últimos instantes.
Mis bendiciones de gratitud, hijo mío...Te Amo..
Esta es una linda historia , para reflexionar y seguir su ejemplo .
Hoy en día en que los ancianos van siendo olvidados en los
asilos o ignorados en sus propios hogares.
Una madre es lo más maravilloso de esta vida y aún después
de la vida, porque sigue viviendo en el corazón...
Es un regalo y bendición de Dios...A este universo.
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