Yo me sentía culpable. Pensaba que en algo estaba fallando. Yo, no él. Por eso no lo culpaba. No sé si lo comprendía, quizá más bien lo justificaba. La primera vez fue un tirón de pelos. Yo estaba cocinando. Él llegó a casa como preocupado y de mal humor. Le pregunté qué le pasaba. Me dijo que no tenía ganas de hablar, que me callara. Insistí, me acerqué a él para ayudarlo y le volví a preguntar. Porque lo veía mal. Me insultó y me agarró de los pelos. Un instante, los dos congelados, mirándonos a los ojos. Me soltó y me pidió perdón. Me abrazó enseguida. Perdón. Perdón. Perdón. Tres veces. Yo no pude llorar, no estaba preparada para eso.
Le dije que se quedara tranquilo. Y que lo quería, que todo iba a mejorar. Que yo estaba ahí para ayudarlo. Porque era su compañera. Te quiero, me dijo al oído. Y no cenamos. Nos fuimos a dormir. La vida seguía. Todo era normal. Aquello fue algo aislado. No tenía sentido quedarse con eso. Decidí olvidar. Todos nos equivocamos. Y él también tenía derecho a equivocarse. Por eso la segunda vez no me sorprendió, quizá. Volvió tenso, apurado. Le hablé y no me dijo nada. Le volví a hablar y me insultó. Se acercó a mí rápidamente. Yo lo esperaba con la mirada del miedo. ¿Tú eres tonta? ¿Eres tonta? ¿Eh? Mientras me agarraba el brazo fuertemente.
Fue una cachetada en la mejilla derecha. No solté la ropa que en ese momento estaba tendiendo. ¿Ves lo que me haces hacer? Y se fue. Me quedé dura. Y al rato empecé a temblar. Sola en casa. Me di cuenta que algo estaba cambiando. Y lamentablemente sentía que sólo podía aceptar eso. Silencio y aceptación. Y cuando uno se acostumbra a las cosas, se hacen normales. Por eso la vida seguía normal. A veces bien, a veces mal. Como la vida misma. Había días muy felices, llenos de amor. Habían días horribles que me dejaban el alma y el cuerpo temblando. Pero eran días. Y en la vida hay muchos, así que nunca pude culparlo.
Durante mucho tiempo intenté entenderlo. Porque estaba presa de la costumbre. Y la costumbre era la realidad. Una realidad espantosa. Mucho miedo. Muchos golpes. Muchos dolores. Los físicos aprendí a soportarlos. Los otros dolores me iban matando.
Sin embargo, cuando estábamos con gente, Sebastián era un amor. Muy atento y cariñoso, como siempre lo fue cuando estábamos en público. Ay Marce, tu novio es un sol. Que linda pareja que hacen. Los envidio. Y yo sonreía nerviosa. A veces el infierno quema tanto que queda más cerca de lo que nos contaron. Para engañar, el diablo se transforma en la imagen que sea, menos en la de diablo.
Creo que cuando él me pegaba nunca pensaba en matarme. Me quería tener así, viva. Para seguir haciéndolo. Fueron muchos meses, se hizo muy largo el tiempo y lo que tuve que soportar. Un dolor que pocos se imaginan. Lo más difícil no es dejar todo e irse. Lo más difícil en este caso es contarlo. Hoy tomo la decisión de contarles todo mi sufrimiento. Para liberarlo. Y lo hago porque, aunque yo había decidido darle mi vida, él me la estaba arrebatando. Hoy ya no estoy en casa. Me fui. Y no voy a volver.
No te vayas mi amor. Todo va a cambiar. Te lo prometo. Yo te quiero. -No Seba. Eso no es querer. Yo si te quiero. Pero también me quiero a mí. Por eso me voy. Y tú no vas a cambiar. Yo cambio. Para que todo cambie. -Discúlpame por las heridas- ¡No era yo! ¡Por favor!
-No son heridas ya. Las heridas murieron. Discúlpate por el trauma en mí. Y, si... Eras tú. Siempre fuiste tú. ¡Cobarde!
Gracia Avo.
La violencia que puede sufrir las mujeres maltratadas, son malos tratos de tipo físico, emocional y psicológico, sexual, económico, social y ambiental. En teoría en la actualidad las mujeres tiene los mismos derechos que los hombres, pero en la realidad, siempre prima la ley del mas fuerte o sea que la violencia sigue siendo muy frecuente dentro de la familia, generalmente es el hombre que golpea a la mujer y también en general a los hijos. Muchas veces las mujeres maltratadas no solo son golpeadas sino que ademas el maltrato se impone a travès de amenazas por ejemplo denunciar a la mujer por loca, cuando esta se opone o lo denuncia.
En la actualidad muchas mujeres trabajan, por lo tanto tienen independencia económica, no obstante eso existen muchísimos casos, donde sus esposos o parejas las maltratan de tal manera que el “síndrome de la mujeres golpeadas” es una noticia frecuente en diarios y televisión.
Las mujeres golpeadas tiene una baja autoestima de si mismas, y mucho miedo al hombre por que habitualmente fueron criadas en familias, donde el padre era a su vez golpeador o la relación de los padres era muy conflictiva.
Siempre los violentos justifican sus ataques hacia la mujer aduciendo que la mujer no cumple con sus deberes matrimoniales de esposa, madre o mujer por lo tanto golpearlas o maltratarlas es para ellos un derecho.
Los malos tratos vistos desde fuera son atroces, pero vistos desde dentro son devastadores. El maltratador es un delincuente, pero la mujer maltratada se convierte en una persona gravemente afectada psicológicamente:
La autoestima de las mujeres baja a niveles mínimos.
Tienden a interiorizar el machismo del marido y de las figuras de autoridad.
Las familias en donde hay maltrato, generalmente son familias donde los roles están muy separados. El rol del marido tiene mucha importancia, y la mujer se considera que aporta menos, por eso ellas, las mujeres, pierden su autoestima.
Tienen miedo, estrés, conmoción psíquica aguda, ansiedad, depresión, desorientación, incomunicación y aislamiento provocado por el continuo desamparo social.
Muchas cortan con la familia para que no se enteren de lo que pasa. Lo normal es que la víctima tarde de 6 a 10 años en poner una denuncia y varios años en que los que la rodean sepan la realidad.
Tienen sentimiento de subordinación y dependencia y, además, sienten incertidumbre. Ellas mismas se culpabilizan. "...quizás soy yo la que no supe hacerlo", dicen algunas. "Estaba celoso, le saqué yo de quicio"...
El valor de un hombre no se mide por su fuerza sino por la capacidad que tiene para el cuidado de la vida. El patriarcado inventa "perfiles" para esconder su propia violencia...vero gtz.
Ten siempre presente lo mucho que vales, para ti y para quienes te rodean.
Nunca te sientas culpable, porque tu no has fallado...Es otro el que falló y no supo valorar el ser maravilloso que eres.
Mujer recuerda que eres demasiado importante para este mundo...Sin ti, este universo sería un caos.
Dios te ama como a la niña de sus ojos, y así he de amarte y valorarte siempre.
Con el silencio nos hacemos cómplices de la violencia. ¡DENUNCIEMOS!